Andújar es espejo de la historia pues ha estado presente durante diferentes periodos de la misma. El centro histórico de Andújar es considerado como bien de interés cultural (BIC) desde 2007. Para conocer y entender nuestro patrimonio es necesario retroceder en la historia y remontarnos a los orígenes de la ciudad, que pueden observarse con paciencia en un paseo por nuestras calles.

El origen de la ciudad de Andújar se puede relacionar con los asentamientos que se documentan en el Valle del Guadalquivir y que se suceden en las Edades del Cobre y el Bronce. Los indicios que nos indican que su origen se remonta a tales etapas la encontramos en  los yacimientos de Los Villares y La Ropera junto con otros yacimientos en los alrededores del municipio y en la desembocadura del río Jándula. Alrededor del siglo II a.C. encontramos documentación acreditando el asentamiento en las cercanías del río Jándula, información que nos llega a través de fuentes documentales del Imperio Romano en Hispania. Recordemos que en este período el río Guadalquivir era centro de la vida y de las relaciones comerciales ya que era navegable.

Andújar es un punto estratégico en la dominación de la península por su situación geográfica, según las fuentes historiográficas musulmanas. Es por esto que más tarde, en la Edad Media, el sector fluvial se incorpora al espacio urbano y se remodelan las infraestructuras romanas. Así, el origen de la actual ciudad de Andújar se remonta entorno al año 887 cuando el emir de Córdoba ordena a su gobernador en la Cora de Jaén que refuerce la defensa de la ciudad. Aún a día de hoy se puede observar la morfología urbana musulmana en el centro de la ciudad.

Avanzando en la historia, se consolida el sistema de defensa emprendido por Alfonso VII a mitad de siglo XII basado en la muralla. Siguiendo las investigaciones de Juan Eslava Galán, la muralla, partiendo del Catillo (Punto O en el mapa) continúa por Tiradores, paseo de Colón, Altozano del Alcázar, Comedias y Postigos, Altozano de la Marquesa, Silera, Altozano de la Virgen María, Hoyo, Peso de la Harina, Ollerías, San Francisco y, de nuevo, el Castillo. El recinto contaba con doce puertas y seguía el esquema de las ciudades hispanomusulmanas, caracterizadas  por calles estrechas que desembocaban en ensanches o altozanos.

Un dato curioso es la agrupación por gremios de obreros que puede notarse a día de hoy en el ensanche de la Puerta del Sol, donde encontramos Ballesteros, Notarios, Maestras, etc. y el ensanche de S. Bartolomé, donde encontramos otros oficios populares como Meloneras, Vendederas, Astilleros, etc.

En el siglo XVI se considera que para que el sistema de comunicación a través de las puertas de la muralla sea efectivo han de reducirse a seis puertas. Es en este momento cuando la ciudad empieza a crecer fuera de las puertas principales: La Corredera de San Bartolomé desde el Arco Grande y Calancha desde el Arco Chico hacia el noroeste.

Hasta la edad contemporánea la ciudad no sufre cambios bruscos o demasiado importantes. Es en esta etapa cuando se producen los principales cambios urbanísticos en la ciudad, debido al proceso crecimiento-receso que afronta la población por las malas épocas de cosechas o epidemias.

Dentro de estas limitaciones del centro histórico encontramos un gran número de monumentos, edificios, construcciones y restos históricos como el edificio del Ayuntamiento, el Palacio de Justicia y Palacio de los Cárdenas, la Torre del Reloj, el torreón de la Fuente Sorda, las Iglesias de San Bartolomé, Santa María y San Miguel, entre muchos otros.  Conocer la historia de nuestra ciudad pone en valor el gran patrimonio cultural que poseemos los andujareños y andujareñas, pudiendo disfrutar aún más de los paseos recorriendo las calles y callejuelas de esta ciudad.

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