El acuerdo destaca su relevancia social, medioambiental y económica principalmente en el ámbito rural y la transmisión intergeneracional de tradiciones y conocimientos milenarios
El Consejo de Gobierno ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía (CGPHA), como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Actividad de Interés Etnológico, las rehalas y la montería en la comunidad.
El acuerdo, a propuesta de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, destaca que tanto la montería como las rehalas son actividades de interés etnológico con incidencia social, cultural, económica y medioambiental en la mayor parte del espacio geográfico de Andalucía, sobre todo en el ámbito rural.
Sus orígenes como actividades regladas se remontan al siglo XII, con la publicación del Código de las Monterías, aunque desde el año 990 existen referencias escritas de los grupos de monteros que asistían a la realeza en sus cacerías. En 1347 aparece el Libro de la Montería y sucesivos libros publicados desde los siglos XIV hasta el XVII describen las características de monteros y monterías, de las rehalas y batidores, que aún son reconocibles en las monterías actuales.
La declaración BIC destaca también la relación de la práctica cinegética con el medio ambiente, con su conservación y mantenimiento y sus valores etnográficos y de trasmisión de valores sociales y culturales, como el asociacionismo o el ritualismo. Además, señala que el territorio cinegético andaluz se concentra en las principales zonas serranas: Sierra Morena, Depresión del Guadalquivir, especialmente Sierras Subbéticas, Sierra de Segura y Sierras de Cádiz y Campo de Gibraltar, Serranía de Ronda y Montañas Béticas, a las que hay que añadir Doñana, fuera ya del ámbito serrano.
Según el expediente, cuya incoación como BIC contó con la adhesión de 50 ayuntamientos de seis provincias andaluzas, dos diputaciones (Córdoba y Huelva), 76 asociaciones deportivas de toda la comunidad y tanto la Federación Andaluza de Caza como la navarra, estos valores culturales se basan en tres aspectos fundamentales: la creación de asociaciones deportivas o uniones de cazadores y rehaleros que se involucran en su organización; la titularidad de un terreno de caza, el coto, que custodian conservando las especies cinegéticas y no cinegéticas, y la transmisión intergeneracional de tradiciones y conocimientos.
Las monterías son aquellas actividades cinegéticas practicadas por las sociedades deportivas cuyos integrantes cazan regularmente en su propio coto de caza mayor, desarrollando una actividad promovida sin fines de lucro por un colectivo integrado en una asociación de carácter voluntario, formalmente constituida y registrada.
Por su parte, la rehala se define como la jauría o agrupación de perros de caza mayor, cuyo número oscila entre 14 y 24; en su definición es clave la relación que se establece entre el rehalero y sus perros para la eficacia y el sentido de la actividad que desempeñan durante las monterías. No es posible la montería sin la rehala, ya que su función es determinante en el resultado final; de hecho, sin la acción de los perros, las presas continuarían encamadas y no se podrían dar los lances.